Una vida bailando

El baile es todo aquello que vive dentro de nosotros los seres humanos, por eso es una de las fuentes inagotable de aprendizaje, ya que en el momento de bailar nos estamos conectando con algo más allá de nosotros mismos, pero a la vez se necesita de nuestro yo para poder trasmitir algo más que un simple baile.

La danza nos ofrece paciencia y disciplina, es una constante practica que le estamos ofreciendo a el tronco, este se va acomodando al cuerpo, es una forma que aprendemos a ser persistente para lograr aquello que realmente queremos y nos esforzamos con amor para lograr todo aquello que queremos.

Un movimiento al cuerpo con un poco de buena música le damos gran expresión al tronco. Ya que cada cuerpo y proceso es diferente para que se pueda bailar en unidad, la danza nos regala armonía en los momentos más difíciles de la vida, pero también nos enseña que nuestra expresión es valida y puede ser valiosa cuando es la única en nuestro contexto.

Además, la danza es tan gratificante que nos enseña el valor de amar con intensidad, por que al momento de bailar desde el corazón va aprendiendo que cada movimiento que le regalamos a nuestro cuerpo son un acto de amor, es el espíritu y lo que esta más allá de él, se toma un control sobre el acto que estamos expresando.

El hecho de bailar es un sentimiento muy gratificante, te olvidas de los problemas, nos regala más que una alegría, nos da espontaneidad y el buen gusto por movernos bien. Cuando nos enamoramos de la danza, el oído es nuestro mejor aliado, al escuchar un ritmo nuestro cuerpo nos exige un buen movimiento de cuerpo.